All that we see or seem

Is but a dream within a dream.”


2014-08-18

Noche de hadas



    Es una noche azul y cristalina. Los árboles suspiran en sueños, al proyectar sombras tristes en la arena. De sus ramas cuelga una maraña de lucecitas multicolor que se balancea con la tibia brisa de agosto. Se escucha a lo lejos el ronroneo de las olas que humedecen la arena. Las estrellas brillan con fuerza, más cerca que nunca, tanto que casi te hacen cosquillas. 

  La música a todo volumen compone el ritmo de los latidos de tu corazón. La gente se mueve a cámara lenta a tu alrededor. Bailan. Se dejan llevar como ropa de colores mecida por el viento. El tiempo se detuvo con la primera canción. La noche es larga y las personas se transforman en gatos nocturnos que merodean por tejados ajenos. Nadie conoce a nadie, pero no importa. Es una noche de hadas y todo brilla con luz diferente. 


  Buscas entre las personas, buscas sin saber qué quieres encontrar. Conoces las melodías pero no las letras, tarareas sin comprender porque nada importa, porque es una noche de hadas. Las hadas sonríen, cruzan miradas, encienden las alas, y tratan de que esa noche mágica sea especial. Pierdes la mirada en la eternidad, en las sombras, en los gatos que acechan entre los árboles. Te pasas la mano por el cabello cuidadosamente peinado, y una luz diferente ilumina tu mirada perdida. Sólo quieres ser un hada y bailar hasta que caiga el telón y los gatos se dispersen y vuelvan al calor del hogar. No quieres que termine nunca y elevas la voz entre todas las demás cuando suena tu canción preferida del verano. Es tu momento, el que llevas esperando toda la noche, corres con una sonrisa inesperada que se te olvidó pintar, te subes al escenario y bailas entre luces deslumbrantes, porque es una noche de hadas y nada importa. 

  Y, mientras asciendes al cielo, aleteo tras aleteo, sientes la electricidad que chispea en tus venas, corriente de estrellas y Universo, tan duradera como un parpadeo y tan eterna como el mismísimo infinito. Porque es una noche de hadas. 







2014-08-08

Una historia cualquiera


  Esta es una historia cualquiera, escrita en una habitación cualquiera, escuchando una canción cualquiera. No es un relato con caballeros y espadas, legendarios dragones y doncellas tristes. No es un viaje a un reino de fantasía, ni un enigma de secretos y mentiras. Esta, queridos lectores, es y será siempre una historia cualquiera. 

  Comienza con una niña cualquiera. Nace, ríe, llora, aprende. Cada tonalidad de cielo es nueva para ella. Crece en el jardín de su casa entre flores y sueños. Siempre es demasiado pronto para dormir y perderse las estrellas y las luciérnagas. Se refugia de la hora de cenar en la caseta de madera entre las ramas de un viejo roble. Desde allí contempla las nubes que se deslizan sin prisa muy lejos de ella, los bosques mágicos que se extienden en la penumbra, los petirrojos que revolotean, los sauces mecidos por el viento... Esa es su nana de buenas noches. 



  Cuando el sueño la acuna, unas dulces manos la elevan y la conducen al amparo de las sábanas, donde se despierta fascinada a la mañana siguiente y corre a contárselo a sus padres, que cruzan miradas tiernas y sonríen. "Bendita infancia", susurran entre ellos. 


  Los años transcurren, y ella sabe que no hay manos mágicas sino mentes inocentes. Ahora la caseta siempre está vacía. Ya nadie fantasea con mundos paralelos ni hadas ni hechizos. P
ero, todos los jueves a las ocho en punto, ocurre un hecho insólito bajo el viejo roble. Una chica de piel blanca y  cabello castaño se sienta apoyada en el grueso tronco y escribe las cosas que pudo ver, sentir y escuchar a través de una niña que soñaba con volar a lugares lejanos. Son historias reales vividas con los ojos cerrados, claras y nítidas a ojos de una chica cualquiera. No necesita hablar, ni siquiera respira a veces, se conforma con revivir los instantes de cuando era libre de imaginar su propio mundo, un mundo en el que no le ha tocado vivir.