All that we see or seem

Is but a dream within a dream.”


2015-05-30



  En un lugar nevado en el que ningún humano estará nunca, bajo una gruesa película de hielo, hay unas pequeñas huellas. Si alguien las encontrara, pensaría que pertenecen a las pisadas de un niño. Puede que sí. Pero nadie las verá jamás.

  Las diminutas huellas forman un sinuoso camino que surca un valle en el que siempre nieva. El rastro sigue por un  camino en el que una telaraña de ramas grises y negras forma un perfecto túnel de luces y sombras. Ese túnel es más denso a cada paso, hasta que se ensancha en una bóveda en la que apenas se cuelan cabellos de luz plateada. Las raíces de los enredados árboles se ensortijan creando perfectas espirales sobre un suelo misteriosamente nevado, en el cual crecen flores traslúcidas que, en ocasiones, parecen brillar.

  En el exacto centro la bóveda natural, hay una hermosa fuente de piedra blanca. De su boca emerge un agua cristalina que recorre el suave contorno de la fuente y cae a un estanque circular rodeado de cristales azules. El estanque no tiene salida, pero el agua sigue cayendo desde hace eones, y el nivel no aumenta ni un solo milímetro.

  Las intactas huellas rodean tres veces el contorno del estanque, y después desaparecen. La última pisada está a medias, pues la otra mitad no es visible sobre un cristal azul que separa el agua de la superficie de nieve.

  Nadie se preguntará nunca a dónde va el agua. Ni a dónde conducen las pisadas. Ni qué fue de su dueño. Pero, ¿significa eso que nada de ello es real? ¿O quizás es lo único real?