All that we see or seem

Is but a dream within a dream.”


2016-10-31

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      En el fantasmal bosque, donde los cadáveres de la luna se hunden en las sombras, una capucha roja. Y un susurro. ¿A dónde vas tan sola? Brilla una mirada negra en la oscuridad. Es peligroso deambular por este páramo de noche. La capa roja ondea. Un chasquido. Menos mal que yo no soy un lobo feroz. Una silueta se yergue sobre los árboles, inclinada hacia delante. Relame sus labios retorcidos. Claro que, no son los mayores depredadores... Una mano calavérica ase con fuerza la capucha, y la atrae hacia sí. Esta se despliega y vuela. Titilan dos pupilas doradas. Y un susurro dulce.
Los depredadores son una presa fácil. La cuestión es, ¿quién caza al verdadero asesino?

  Suena un último acorde,
 en el fantasmal bosque:
 un aullido humano. 



2016-10-28

Cassie


   


   Una niña fue una vez a aquel pantano. Su muñeca se hundió en el lodo, y desapareció. Parecía sonreír cuando el fango la devoraba. Se llamaba Cassie.

  Cassie lloró, lloró y lloró. Su madre se enfadaría con ella cuando descubriera lo que le había ocurrido a su muñeca. Se había hundido, despacio, agónicamente, y sus pulmones de porcelana se llenaron de tierra. Y la niña permaneció inmóvil, mirando cómo Cassie se hundía y moría. La luna iluminó el pantano. Cassie introdujo los brazos en el lodo, pero no pudo sacar a la muñeca. Solo pudo tocar su fría mejilla.

  Cuando la niña llegó a casa, llena de barro y un rastro de lágrimas, su madré aparentó no enfadarse con ella. Pero Cassie sabía que no era verdad, y ese era el peor castigo. Su madre no puso comida en su plato, y al día siguiente, tampoco. La odiaba, lo sabía. Y no lo soportaba. Necesitaba que la quisiera. La mujer estaba alterada, tenía los ojos rojos, y lloraba frecuentemente. La niña intentaba consolarla, pero era ignorada. Por mucho que Cassie gritase, que rompiera cosas por rabia, su madre la ignoraba. Fingía no estar enfadada.

  Una noche, la niña soñó con Cassie. Soñó que aparecía, llena de barro, en su habitación. Estaba enfadada. "Mamá te quiere", le dijo. "No, me odia", dijo la niña. "Le daremos un abrazo", sentenciaron ambas. Entró en la habitación de su madre. Esta abrió los ojos, desorbitados, y gritó. Cassie, la niña, la abrazó tan fuerte, que la tocó. La atrajo hacia sí. "Nunca te soltaré, mama", le susurró entre lágrimas. "No me abandones nunca". 

  Madre e hija, en un pantano.
                                                Unidas por siempre.
                                                                                  Ahora Cassie no estaba sola. 






2016-10-24



"Sueño lúcido"
Tal vez no podía dormir...