All that we see or seem

Is but a dream within a dream.”


2014-09-15

Anna Bécker


  

  Siempre pensé que todo el mundo tenía una historia. Y así es, pero no de esa forma. Creía que todos teníamos un objetivo, algo importante que hacer en la vida. Cenicienta tenía que perder un zapato de cristal para que el amor de su vida la pudiera encontrar. Pero, ¿y si la Bella Durmiente no hubiera recibido aquel beso? ¿Y si nadie hubiera dejado una manzana en la mesa del Olimpo con una nota que dijera "Para la más hermosa"? ¿Y si Alonso Quijano no hubiese abierto aquel libro de caballerías que lo trasladó a la locura?

  El viento ululaba al arañar las negras ramas de los árboles. Las nubes proyectaban espectros en los muros de cemento. La blanda tierra alfombrada de musgo se hundía bajo mis pisadas. Anna Bécker. No sabía quién era Anna. Ni siquiera la había visto nunca. Me pregunté cómo sería. Quizás fuera una chica morena de ojos verdes, cabello almendrado y sonrisa tímida. O puede que una  pelirroja con inocentes pecas, rizos rebeldes y voz cálida. Podía haber sido una gran pintora, una soprano deliciosa, la más inteligente de su clase...

  Sin saber el motivo, había llegado a sentir un gran afecto por la misteriosa Anna. Fuera quien fuera, estaba segura de que había sufrido por amor, discutido con sus padres, reído, llorado, suplicado, perdonado, odiado, abrazado... Seguramente le gustaran los dulces, el verano, las Navidades, la música, las tardes en buena compañía... Pensándolo bien, habría tenido mucho en común con Anna Bécker, quizás incluso hubiéramos llegado a ser íntimas amigas.  

  Pero, ¿habría sabido realmente Anna ser feliz? ¿Habría tenido su propia historia? ¿Habría vivido junto a las personas indicadas? ¿Habría sabido apreciar aquello que la hiciera dichosa? Tantas preguntas para ninguna respuesta...

  Dediqué una tierna sonrisa a Anna, introduje las manos en los bolsillos y di media vuelta. Me alejé con la mirada perdida en ninguna parte cuando el plateado disco de la luna roció de noche la lápida de Anna Bécker, mientras yo me preguntaba cuál había sido su historia. 

3 comentarios:

  1. ¡Bien!

    Eso es lo que se dice dominar la tensión del texto. Un primer párrafo de apertura perfecto. A partir de ahí la historia discurre con fluidez entre aproximaciones y alejamientos, y la batería de preguntas nos sitúan claramente ante el objetivo. El último párrafo es el broche final.

    ¡Enhorabuena!

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