All that we see or seem

Is but a dream within a dream.”


2019-12-03

Días de niebla


Era un día de niebla. No había niebla en las calles, sino en las mentes de los habitantes de aquella ciudad cualquiera. La materia plomiza se posaba sobre los pensamientos y los hundía, impregnándolos con sus gruesas gotas. Miles de miradas se inclinaban sobre hendiduras azuladas y violáceas. Susurraban sobre la crueldad de los reyes muertos, en las oficinas de los déspotas modernos de corbata y maletín. Pero esa es otra historia.

En los días de niebla, nunca hace sol ni llueve. La luz grisácea provoca una incómoda disociación del cuerpo y la mente. Es una sensación difícil de explicar. Todas y cada una de las personas en la ciudad pensaban ser las únicas experimentando esta sensación de estar viviendo en un sueño —o pesadilla.

Bajo la influencia de la niebla, las teteras silbaban, las puertas gruñían, las radios se sintonizaban a medias y nadie gritaba. Nadie lloraba. Todas reían de vez en cuando, aunque fuera por mera costumbre. El día avanzaba, y a medida que los relojes torcían sus agujas, todo se desviaba de su curso centímetro a centímetro. Y a pesar de todo, no sería sensato decir que era un mal día. Era, ni más ni menos, que un día de niebla.



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